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Nadie
es más que nadie, pero sobre todo: nadie es menos que nadie. Todos somos lo que
somos por las circunstancias que nos han rodeado. Siam, conductor nepalí con mucho de filósofo soltó esto
como si nada. Y tiene razón. Todos somos lo mismo, estamos creados de la misma
materia. Da igual el color, la religión, el dinero. Lo único que vale es tratar
a todos como iguales.
Saber
que no todo es perfecto pero estar preparado para la imperfección y la
aceptación. La forma de conducir en Nepal es, cuanto menos, curiosa. Siam, el filósofo improvisado, nos llevaba hasta Chitwan por las carreteras de montaña con
un carril y medio. Detrás de las curvas surgían los mayores imprevistos. A pesar
de eso, él no perdía la calma ni la sonrisa. Si un coche venía de frente
directo a chocarse con nosotros paraba y daba marcha atrás. Y dijo: “Lo mejor
es estar preparado para lo que pueda llegar. Así, no hay sorpresas.”
Dejar
de competir con los demás, competir con uno mismo. Por fin, en 2014, empecé a
cumplir uno de mis propósitos de cada año: hacer deporte. Lo que al principio
me parecía una tortura ha terminado por convertirse en un modo de liberar
tensiones, estar en contacto conmigo. Y en el deporte, como en la vida, hay que
aprender a no competir con los demás, hacerlo sólo con uno mismo. Sólo uno sabe
cuáles son sus circunstancias. Es mejor no compararse con nadie, intentar ser
mejor día a día sin mirar como lo hacen los demás. Eso sí, competir con uno es
la más difícil de las tareas.
Valorar la naturaleza como un regalo. Muchas veces estamos tan ocupados por los trabajos diarios en la ciudad que se nos olvida disfrutar del campo y la naturaleza. He aprendido a dedicarle tiempo a los atardeceres, a las noches llenas de estrellas, a las montañas y a los ríos. Conectar con la Tierra a ese nivel es fundamental para sentirse vivo. Colecciona momentos, no cosas.
Valorar la naturaleza como un regalo. Muchas veces estamos tan ocupados por los trabajos diarios en la ciudad que se nos olvida disfrutar del campo y la naturaleza. He aprendido a dedicarle tiempo a los atardeceres, a las noches llenas de estrellas, a las montañas y a los ríos. Conectar con la Tierra a ese nivel es fundamental para sentirse vivo. Colecciona momentos, no cosas.
Quererse.
Dedicarse tiempo y cuidarse. Sé que en la vida actual parece no haber mucho
tiempo para esto, pero lo hay. Es fundamental querer el cuerpo que tenemos y
cuidarlo. Darnos masajes, duchas de agua caliente,… Cualquier cosa que nos haga
sentir bien. Cuidamos nuestros coches, nuestras casas, pero lo único que
realmente tenemos a veces pasa inadvertido.
Somos
lo que comemos. Importantísimo punto. Escuchar lo que nuestro cuerpo quiere y
dárselo. No envenenarnos a nosotros mismos llenando el cuerpo de toxinas que
sólo acarrean problemas digestivos. Los médicos lo dicen: “hay que comer de
colores”.
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Somos
lo que pensamos. Otro punto importante. Al igual que no queremos intoxicar
nuestro cuerpo con lo que comemos, no deberíamos hacerlo con la mente. Fuera
los pensamientos negativos, el no voy a poder. Es normal la ira, la rabia, pero
buscad una forma de canalizarla. Los pensamientos positivos atraen cosas
positivas, somos un imán. Probadlo un par de días, los resultados serán
alucinantes.
La
envidia es la peor enfermedad de los seres humanos. Otra cosa que me enseñó la
sociedad nepalí. La mayor parte de ellos no tienen nada material, pero no lo
desean. Por eso es un país tan seguro en el que prácticamente no hay
delincuencia. La envidia te marchita poco a poco. Querernos es lo más
importante para no envidiar al de al lado si no admirarle.
Lo
imposible ocurre mientras dices que no puedes hacerlo. Estando en clase de yoga
el profesor nos enseñó una postura invertida. Parecía imposible. La mayoría de
la gente de clase dijo que no podía hacerlo. Yo lo hice y no pensé ni por un
segundo que no pudiera. Toda la clase la hizo y mientras estaban en ello
seguían diciendo que no podían. Pues bien, pudieron. Muchas veces decimos que
no podemos cuando ya lo hemos conseguido y no nos damos cuenta de lo que
acabamos de lograr.
Tolerancia. La convivencia de religiones, el respeto hacia el diferente. Si nos rodeamos de
nuestros iguales, nunca aprenderemos nada nuevo. Siempre he sido bastante
tolerante, pero ahora más. Si quieres crecer, hazlo rodeado de gente que no
piensa como tú.
Valorar
más lo hecho a mano, las cosas hechas con cariño, los detalles de papel y los
regalos personalizados. No hay nada más bonito como un regalo hecho a mano.
Entrar a una tienda de artesanía y descubrir pequeños tesoros. Y, ¿qué decir de
los regalos de papel? Las cartas, las historias. Para mí son un manjar.
Y lo más importante, algo que me enseñó mi padre hace muchísimos años. Recuerdo que el día de mi Primera Comunión mi petición fue esa. En aquel momento no entendía por qué. Ahora lo entiendo. Pedí por los amigos, por la gente que eliges para tener cerca. No hay mejor fórmula para la felicidad que saber rodearse de gente que te hace grande, que te inspira, que te ayuda a ser mejor. De aquellos que te apoyan, te levantan y te dicen que puedes con eso y con más. Hay que saber decir adiós a las personas que no se alegran por nuestros éxitos y empezar a elegir a aquellos que sí lo hacen. Si encima tenemos la suerte (como yo) de que nuestra familia entra dentro de estas personas mágicas, podemos decir que somos unos afortunados.
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