Hay momentos en los que la vida te presenta una encrucijada
que tienes que solventar de alguna forma. A veces (la mayoría) parece más
difícil de lo que suele ser en realidad. A mí me ha pasado en repetidas
ocasiones durante este último año, y la causante de todos mis baches ha sido la
crisis.
Esa señorita con tacones de aguja que entró de puntillas para luego
ahogarme con ellos. Sí, esa. La de los labios y los números rojos. La que se
escondía con un apodo de espía para que nadie pudiera calarla. La que está
poniendo en evidencia a la humanidad, la sociedad irreal en la que vivimos y el
sistema que alimentamos.
He de decir que está siendo una maldita arrogante que se
está cargando la vida de millones de familias. Que los aires de diva están despertando
en mí a ese “Hulk” que llevo dentro.