26/5/13

La Mancha y sus encantos



Hoy comienzo el post con un compañero de excepción, mi amado Quijote. El más cuerdo de los locos y el más loco de los cuerdos, que nos regala perlas como la que encabeza el post. Estos días me estoy acordando de él más de lo habitual. Como todos sabéis, estoy en un paréntesis de mi vida en el que me dedico a cultivar la mente (o a destrozarla, según como se mire). Incluso aquí, en un pueblo manchego por el que Alonso Quijano y Rocinante paseaban (aunque a Cervantes se le olvidara escribirlo) hay mucho que mirar, aprender y vivir.

Por eso, antes de hacer las maletas, quería hacer mención de este sitio tan insignificante pero tan especial. No sé si es el ambiente rural, la falta de emoción o los aires manchegos, pero después de unos días de descanso estoy volviendo a recuperar la locura habitual. He de decir que participan de mi locura unos cuantos individuos que me hacen la vida más fácil, de los cuales ya hablé al principio de los tiempos

Quizás por tener menos estrés de lo habitual, me he sumergido en el maravilloso e interminable mundo de los blogs, y he decidido hacer unos pequeños retoques a nivel estético y estructural para hacer más agradable la lectura y el disfrute. Poco a poco y post tras post se irán haciendo notables estas mejoras. Espero que gusten y podamos retroalimentarnos con propuestas o comentarios.

Pero volvamos al principio y hablemos del pueblo que me ha visto crecer. El otro día, a causa de querer empaparme de cualquier conocimiento que haya alrededor, me fui a cocinar unos dulces típicos con mis tías para una futura celebración. Lo que podía haber sido una tarde sin pena ni gloria se tornó surrealista y divertida. Me contaron historias que podrían estar en cualquier best seller. Las digerí y apunté todos los detalles para contarlas en futuras entradas y así compartirlas.



Además de esto, los eventos sociales han ocupado gran parte de mis horas y he dedicado a la gente que me importa todo mi tiempo. Estoy encantada con los largos paseos al atardecer, los campos y la paz.   Aunque por encima de todo, estoy santificando la gastronomía española en general y la de mi tierra en particular. Las calderetas, los peroles de magro con tomate o carne frita con sabor a campo, los arroces que celebran cumpleaños y los típicos dulces manchegos me llevan al éxtasis más absoluto y peco de gula a la mínima oportunidad.

Y como sé que voy a echarlo de menos la temporada que viene, estoy cogiendo reservas, y atrapando las imágenes en la retina para echar mano de ellas cuando la nostalgia apriete. Pero hasta que vuelva a partir tengo un mes en el que no faltarán los viajes, los amigos y la familia, en el que seguiré alimentándome como si el fin del mundo estuviera a la vuelta de la esquina. También intentaré continuar almacenando conocimientos de fotografía y edición para que salga el arco iris en Abbey Road y podamos compartirlo. Feliz semana.


1 comentario:

  1. Me quedo con varias cosas del post. Pero cito dos de tu conclusión:
    -"cuando la nostalgia apriete". Que apriete, pero que apriete lo justo.

    -"seguiré alimentándome como si el fin del mundo estuviera a la vuelta de la esquina". Estás viviendo una aventura tras otra, y aunque todos deberíamos hacerlo, tú más que ninguno tienes que absorber cada pequeño detalle. Y agradece, agradece siempre... (Ya lo decía JRJ en eternidades
    "No dejes ir un día
    sin cogerle un secreto, grande o breve.
    Sea tu vida alerta
    descubrimiento cotidiano.
    Por cada miga de pan duro
    que te dé Dios, tú dale
    el diamante más fresco de tu alma")

    Disfruta, amiga

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