12/10/12

Experiencias

Para que todo el mundo sea consciente del punto en el que me encuentro, tengo que contar mi aventura del miércoles. Mis ganas de conocer cada detalle de Londres me llevaron a uno de las mejores peluquerías, a los Salones Sasson (http://www.sassoon.com/). Pero todas las historias tienen un principio, y esta no iba a ser menos. Para que me entendáis mejor, voy a comenzar contando las cosas en un orden cronológico.


La historia comenzó dos semanas atrás, estando recién llegada y con unas ganas y unas ilusiones dignas de pertenecer al libro Guinness. Paseaba por Oxford Street, de tienda en tienda, sintiéndome en el paraíso de la moda y fotografiando todos los detalles, cuando de repente y sin previo aviso me asaltan dos personas: Una chica rubia, muy mona con cierto parecido a Soraya (la cantante) y un chico alto, con una barba que ni Valle Inclán. Los dos muy modernos, con un aire londinense indiscutible.

La chica, mirándome ilusionada, me empieza a hablar a una velocidad de vértigo. Entre la sorpresa del momento y mi nivel de inglés no me enteré de nada. Sólo logré pillar frases sueltas como: me gusta tu pelo, podrías ser mi modelo, no te haré nada raro. Por supuesto le dije que repitiese todo con calma y por fin lo entendí.

Lo que pretendía la rubia era que me ofreciese voluntaria a hacer de modelo de peinado para su proyecto de fin de curso en los salones arriba mencionados. Yo, ni corta ni perezosa le dije que sí, que encantada. Le di mi número y sin saber muy bien de qué iba el asunto quedamos en llamarnos la próxima semana.


Me escribió días más tarde, citándome en uno de los centros en pleno barrio de Chelsea. Maravilloso barrio, he de decir, aunque sólo apto para los bolsillos más holgados. Cuando llegué me sentí como una reina. Toda atención era poca: me hicieron un tratamiento hidratante en el pelo, me cortaron, me peinaron y me pusieron un café con su correspondiente pasta.

Me explicó que el miércoles 11 de Octubre era el gran día, el de su presentación final. Tenía que estar en la peluquería de St. Paul a las 11 de la mañana. Allí que fui. Una vez más, me colmaron de atenciones: me invitaron a comer, me peinaron y me maquillaron. Yo estaba encantada de la vida, aunque el maquillaje que eligieran para mí fuese una mezcla de fucsias y lilas que me hacían parecer Campanilla en sus peores tiempos.


Fue un día agradable, divertido. Conocí gente y posé para los examinadores. A pesar de parecer una mujer del futuro con un maquillaje tan poco sutil y un pelo de malote americano de los 90, salí feliz. Las experiencias hacen la vida y en Londres hay muchas oportunidades de vivir.



Dejo mi foto para la posteridad. Para que os riáis y me ría cuando la vea.

2 comentarios:

  1. Jaja. Bonito peinado ;) me alegro de que tengas tanta suerte!
    -Tu prima Paula

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  2. Todo sea por llenar la mochila de experiencias, q si es necesario, te dejo la mía de 60litros del decathlon

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