21/11/12

Un paso más

Quizás este texto sea una mera reflexión un tanto estúpida, que algún día tenía que llegar y que iba retrasando porque no quería creer en ella ni tampoco quería ponerme más nostálgica que el otoño. Pero a veces pasa y como este es el cajón de sastre de mis desventuras, tengo que dejar constancia de ello.

Andaba paseando por mi mente, imagínense: luces tenues, pensamientos y copa de vino. Recordaba el momento en el que decidí buscar la superficialidad, lo superfluo y lo banal y me reía para mis adentros, ¿a quién quería engañar?
Así ando, desmotivada en un trabajo que no me gusta, que no me obliga a pensar, que simplemente se compone de actuar y de ser. El único objetivo es ganar dinero para sobrevivir en una ciudad donde todo es más caro y menos bueno.

Y mientras ando por el restaurante repartiendo botellas de vino a los comensales y poniendo la mejor de mis sonrisas, pienso. Y es que, casualmente, la decoración del local me recuerda a un tiempo pasado, que no sé si fue mejor o no pero que conseguía llenar algunos de mis vacíos. Todo está lleno de fotografías de cine, tanto de alfombras rojas como de películas clásicas.

Por eso cuando veo esos vestidos, esos aires de princesas venidas a menos y los tacones de 15 centímetros recuerdo los buenos momentos en La Mañana Indiscreta con mi compañera de fatigas hablando de ello, criticando o ensalzando y siendo un poco voraces a veces. Y me acuerdo de las ondas, de la sensación que nos hacía sentir la luz roja del directo, de los nervios y de la adrenalina.

Echo en falta lo que vivíamos, los preparativos de las grandes ocasiones y las autocríticas constructivas que nos hacíamos después de fallar en algún punto. Por eso me acordé de Rincones Sucios, un programa amateur que sin muchos medios salía adelante empujado por las ganas, el trabajo y la constancia. El otro día lo escuché de nuevo y me encontré de cara con el cosquilleo y la ilusión.

Por todos los recuerdos, por la motivación y por la necesidad de ir siempre un poco más allá voy a empezar de nuevo a filtrear con los micros. Esta vez será sin ellos, sin todos y cada uno de los periodistas que me han acompañado en mis aventuras a través de las ondas, pero vendrán otros. Por ahora comenzaré de cero, con un idioma nuevo y quizás distinta forma de trabajar. Pero la radio es radio, aquí y en Marte. Y los sueños, están para cumplirlos.




1 comentario:

  1. Una página en blanco es lo mejor para soñar. El vacío se llena también con sueños. Ahora, a escribirla, que así está muy sosa.

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