Trenes y oportunidades

Hace tiempo que no escribo en el blog y no, no es por falta de inspiración ni por falta de tiempo, es la crisis de los cinco meses. Por que sí, mi relación con Londres se está viendo resentida por el paso del tiempo, por la impaciencia y por la desmotivación y yo intentando salvarla del naufragio como sea.

Geoffrey Road coloreándome el día.

Le estoy poniendo ganas, no crean que no. Cada día procuro mirar las cosas desde otra perspectiva y me entrego al cien por cien a luchar contra los elementos para que la situación cambie. Poco a poco (sobre todo los días de sol) veo estos baches coloreados y sonriendo me dejo llevar por la corriente.

El otro día comenté que en esta ciudad pareces estar siempre perdiendo un tren. Siempre se corre perdiendo el aliento para que no toquen el silbato y cierren las puertas contigo fuera. Lo que me contestaron me sorprendió porque yo no me había percatado: "Siempre parece que pierdes los trenes porque hay demasiados y cuando llegas a la estación alguno se está yendo siempre". Cierto. Inteligente. ¿Cómo no se me había ocurrido?

Tarde de motivación.

Lo pensé y me eché una buena bronca mental por haberme martirizado pensando que en Londres siempre se perdían los trenes pero a la vez llegué a una conclusión. Los trenes en la ciudad del Támesis son como las oportunidades: infinitos. Y lo que deberíamos pensar no es: "Cuántos trenes pierdo" sino "Cuántos trenes hay".

Con las oportunidades pasa lo mismo, hay tantas que siempre nos inclinamos a pensar que estamos perdiendo la de nuestra vida o que la que hemos escogido no es la más indicada para llegar al destino exacto. Pero siempre hay más, sólo hay que saber en qué estación hay que cogerla.

Puesta de sol en Hilly Fields.

Dicho esto, vamos a tranquilizarnos. Estoy superando la primera gran crisis e incluso estoy encontrando musas en los días lluviosos. Para que luego digan que no soy positiva.

"Lo mejor del sol... el brillo de la luna".