15/8/13

Un viaje infernal y una recompensa


No hay sufrimiento sin recompensa, está claro. Después del interminable y surrealista viaje por carretera desde Katmandú a Pokhara, he decidido entrenar mi paciencia y aprender que después del sacrificio llega el triunfo. Pero empezaré por el principio de los tiempos, ya que hay mucho que contar antes de llegar al precioso lago.

Como muchos saben, mi familia ha aprovechado las vacaciones de verano para venir a visitarme. Esto siempre causa una euforia inexplicable en mí, ya que me encanta preparar rutas, lugares que visitar y sitios donde disfrutar de vistas espectaculares. Había oído que Pokhara es un sitio genial para descansar del caos de Katmandú y allá que me aventuré, sin saber muy bien cómo sería el trayecto. Después de investigar la mejor manera de llegar, nos decidimos por el minibus: barato, rápido y "cómodo".

La alarma sonó el viernes a las 5.30 de la mañana. Tuve la genial idea de salir temprano porque así aprovecharíamos el día en el lago. Tras varios problemillas en el minibus (nos querían cobrar de más, metieron a unas 15 personas en 10 asientos,...) y cosas que suelen pasar en este país, salimos con toda la energía del mundo. Para ambientar, el conductor puso un CD con los grandes éxitos del momento en Nepal con el que daban ganas de saltar del asiento y convertirse en un bailarín de Bollywood.

A mitad de camino recogimos a una persona más y dónde parecía no haber espacio, lo hubo. El encargado de cobrar los billetes decidió trepar y subirse al techo del minibus para poder meter a una persona más en el asiento. Hasta aquí todo surrealista pero nada que se nos escapara de las manos. Pero de repente, una fila interminable de camiones, autobuses y demás vehículos nos entorpeció el paso en mitad de la montaña: Había una huelga y hasta dentro de (como mínimo) tres horas no podíamos retomar el camino. Este vídeo que grabé ilustra muy bien la situación y la personalidad de los nepalís, siempre con la tranquilidad metida en el cuerpo.


El calor era infernal y no había manera de cruzar al otro lado de la carretera. Gracias al afán de V por enterarse de todo, pudimos salir de esa ratonera después de una hora y volver a nuestra aventura. El motivo de la huelga era que la policía había matado al miembro de un partido político en la cárcel y los piquetes no pensaban moverse hasta que no se negociasen unas represalias. A mí, en ese momento las represalias me importaban bien poco, estaba al borde del desmayo y no veía la salida por ningún sitio. Ahora, viéndolo todo desde una perspectiva más fría y sin el ataque de ira, pienso que tenían toda la razón al cortar la carretera principal de Nepal intentando buscar un castigo para los culpables.

Por suerte, un nepalí muy majo y sin ningún tipo de interés económico, nos terminó ayudando. La solución fue coger todo el equipaje de nuestro minibus, andar un kilómetro carretera abajo y montarnos en un autobús local que nos llevara hasta Pokhara. Me pareció una idea fantástica y allá que fuimos. Pero el autobús local estaba bastante echo polvo y los amortiguadores no funcionaban (algo fundamental en una carretera compuesta de baches). Hicimos 40 kilómetros en dos horas y de repente se paró el motor, se había calentado demasiado y no podíamos avanzar.
 

¡Genial! De nuevo equipaje a cuestas a coger otro autobús local con el que recorrer los 50 kilómetros que nos quedaban, otras dos horas y media en carretera. 12 horas después de haber cogido el primer minibus hacia Pokhara llegábamos a la ciudad, totalmente desfallecidos y sin fuerzas. Eso sí, las vistas durante esas fatídicas horas fueron impresionantes en todo momento, atravesando montañas y ríos y viendo a los niños jugando en el agua mientras sus padres se encargaban de los pequeños comercios.

Después de una ducha tocaba comilona y elegimos uno de los restaurantes más impresionantes en los que he estado en mi vida: enfrente del lago, lleno de vegetación y con unas vistas a las montañas de película. Además en Pokhara se respira tranquilidad por los cuatro costados. Aquí va un pequeño resumen en imágenes de lo que es esta ciudad, en la próxima entrada más y mejor de esta ciudad idílica.


1 comentario:

  1. Después de la tormenta siempre llega la calma...Y la calma en un paisaje como éste, parece bastante satisfactoria.
    Sigue aventurándote. Me llena de ilusión leerte.

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