Garden of Dreams

El Jardín de los Sueños, como su propio nombre indica, es un lugar para soñar, para alejarse del caos de Katmandú y para regalar a los sentidos la tranquilidad rodeada de belleza. La primera vez que pasé, me quedé impresionada. Una vez dentro desaparece el ruido del tráfico, la contaminación y el desorden para dar paso a una vista inesperada.

Son unos jardines preciosos, que quizás en cualquier ciudad europea pasarían desapercibidos por su tamaño, pero en Katmandú son el oasis del desierto. Normalmente están llenos de parejas de nepalíes que se esconden entre la vegetación buscando un poco de romanticismo, ya que los gestos de cariño no están bien vistos en esta sociedad.

También es fácil encontrar a gente leyendo, tomando el sol o relajándose en las colchonetas que proporcionan. Lo mejor y más recomendable: un buen libro, unos bocadillos y buena compañía para disfrutar de los días soleados. Acaba de terminar el monzón, lo que hace que las plantas y flores estén en su punto álgido proporcionando belleza a cada rincón. Además, se nota que la lluvia ya no hace acto de presencia porque el sábado pasado estaba lleno de gente tomándose un respiro.

Una curiosidad de los jardines, es que después de ser construidos quedaron en el olvido y hasta hace unos años lo único que podía encontrarse en su lugar eran ruinas. Por suerte los han restaurado y suponen un gran pulmón para la ciudad y para los ciudadanos.

Para los más sibaritas el recinto dispone de un restaurante con una vista preciosa de los estanques, pero conviene llevar los bolsillos bien llenos de rupias porque no es nada barato. Personalmente creo que no merece la pena pararse a comer aquí, porque en la ciudad hay restaurantes que son geniales y por nada de dinero puedes darte un festín.

Disfrutad de las fotos y no olvidéis de buscar un rinconcito para soñar.